sábado, 5 de marzo de 2016

Los Campanelli

Mostraba situaciones cómico-dramáticas de una típica familia extensa argentina de clase media (con hijos en ascenso social) cuyo patriarca era de ascendencia italiana que se reunía cada domingo a comer ravioles (la típica raviolada dominical argentina) o sino el también típico dominical asado o , si no los tallarines caseros "hechos por la nona (abuela)"; aunque el patriarca era evidentemente un "tano" (en lunfardo: italiano o inmediato descendiente de italianos) su esposa parecía ser acaso criolla o de orígenes quizás españoles aunque habituada por la intimidad y el amor a preparar pastas; los hijos, hijos o hijas políticos y políticas (hijo o hija político/a es el pariente que un padre tiene como yerno o como nuera) los hijos de los hijos es decir los nietos y bisnietos etc y sobrinos de este matrimonio (era común en la primera mitad del siglo XX que cada matrimonio tuviera muchos hijos siguiendo el refrán "todo hijo trae un pan bajo el brazo", pese a que en la ciudad de Buenos Aires ya a inicios de siglo XX hubo una especie de maltusianismo generalmente no consciente debido a la búsqueda de ascenso social que privilegiaba un "hijo dotor" - un hijo diplomado universitario en una "carrera" lucrativa y prestigiosa en lugar de varios hijos "pobres") así en Los Campanelli los hijos estaban casados (tal como era bastante frecuente en la realidad) casi siempre con argentinas o argentinos de otros orígenes. Aunque era sintomático que la familia Campanelli pareciera concluir en hijos e hijas jóvenes, unos ya casados y otros con propensión a la soltería y a cierta propensión a la promiscuidad (presentada como picardía, estos eran los personajes actuados por Santiago Bal -que parecía reproducir a un Isidoro Cañones- y por Liliana Caldini que era la bella joven rubia y de ojos claros de veinte años recién cumplidos que siempre estaba inocentemente ubicada en situaciones sexuales algo comprometidas, ambos muy jóvenes -hijo e hija- abusaban de la confianza del padre al relatarle sus andanzas en una jerga contemporánea desconocida por el padre y que engañaba al padre anciano que suponía entender las trapizondas "explicadas" por estos hijos creyéndolas buenas e inocentes acciones, por ejemplo ante el vivillo hijo menor el padre inocentemente creyendo que le habían relatado una buena acción le respondía en cocoliche: "¡É un ányelo, non vuola per que é picchione!" es decir: "¡es un ángel, no vuela porque es pichón!" ) y sin embargo algo es muy sintomático: que en esa familia de clase media no aparecieran niños o niñas que indicaran la proyección exitosa de esta familia extensa en más nuevas generaciones.
Cada unitario de la serie semanal (que poseía un enorme ratings) poseía el esquema de una pareja patriarcal matriarcal ya prácticamente anciana de padres que congregaba mediante el amor a sus hijos e hijas (sanguíneos o políticos), sin embargo entre estos hijos (esta segunda generación de argentinos Campanelli) se producían rivalidades: comenzando por la rivalidad en la búsqueda de quiénes eran los preferidos por los padres; seguida por la rivalidad de quiénes habrían alcanzado mayor "status" -lo de mayor "status" se suponían los preferidos por los padres y lo hacían notar desdeñando a los de "menor status"-, esto llevaba a que la reunión familiar que se iniciaba con cortesías forzadas entre los parientes de la segunda generación paulatinamente, mientras se esperaban los ravioles o los tallarines hechos a mano por la madre, comenzaran a disputar por nimiedades, malos entendidos o por el éxito logrado en la sociedad.
Esta "eterna batalla familiar" terminaba a la hora del almuerzo cuando Don Carmelo, el patriarca familiar proclamaba con fuerte acento italo-argentino (cocoliche): "¡Basta! ¡non quiero oire ni el volido de una mosca!", luego cuando los comensales en la gran mesa se calmaban el mismo patriarca estimulado por la matriarca se expresaba alegre y casi nostálgico, abrazando a su esposa en la cabecera de la mesa decía sonriente: "¡Qué lindos son los domingos!...¡No hay nada más lindo que la familia unita!". (Esto se supone era dicho con convicción por el personaje actuado -"Don Carmelo"- pero dado que se trataba del guión de una ficción parece notarse una especie de sarcasmo por parte de los guionistas que se expresaban en tales dulces frases).
No faltaba un cierto autoritarismo de parte del patriarca (y solapadamente, de la dulce matriarca) sin embargo el conflicto era solucionado de un modo persuasivo, apelando siempre al cariño, el consenso dado por el sentido común (aunque el sentido común puede ser falaz), a la solidaridad mutual y a la sabiduría de los ancianos, es decir de un modo bastante batjiniano  (aunque los autores de esta serie quizás nunca hubieran leído a Bajtin).


sábado, 27 de febrero de 2016

Gente


"Gente"

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos,
nos invita a viajar por otros mundos
y permite florecer todas las magias.

Hay gente que con solo dar la mano,
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con solo empuñar una guitarra
te regala una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca,
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas.
Y se queda después como si nada.

Y uno se va de novio con la vida,
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria. 

Hamlet Lima Quintana